El biólogo Chester Lawson, en su libro Los mecanismos cerebrales y el aprendizaje humano (1967), describe la importancia de la estructura y función del cerebro en el aprendizaje y el desarrollo, y de cómo se relaciona con la educación, como la “teoría de la instrucción”, que también se conoce como el “ciclo del aprendizaje.” Puesto en práctica en todo el sistema educativo de Estados Unidos por Lawson, Karplus, y otros que trabajaron en el estudio Mejoras al programa de estudios de ciencias durante la década de 1970, las teorías de instrucción desarrollan estrategias que un educador puede adoptar para lograr resultados de aprendizaje. Por lo tanto, las teorías de instrucción describen cómo la enseñanza debe llevarse a cabo para lograr mejores resultados de aprendizaje.

Las teorías del aprendizaje, en contraposición a las teorías de instrucción, pueden ser vistas como marcos conceptuales que se concentran en cómo se absorbe, se procesa y retiene la información durante el aprendizaje. Las teorías de aprendizaje reconocen influencias cognitivas, emocionales y ambientales en los estudiantes, así como experiencias anteriores, en la contribución a sus niveles de capacidad de aprendizaje y la adquisición de conocimientos y habilidades.

Es evidente, sin embargo, que el aprendizaje no sólo se produce en el aula. Las teorías de transferencia del aprendizaje estipulan que: “lo que se aprende en la escuela de alguna manera se lleva a situaciones diferentes a partir de ese momento y lugar en particular.”1

Una de las primeras teorías probadas en psicología de la educación fue del pionero de la transferencia del aprendizaje, Edward Lee Thorndike, y resultó ser muy importante para el aprendizaje, aunque un fenómeno que ocurre muy rara vez.

La rareza del aprendizaje que se lleva desde el salón de clases a la sociedad, fue vista por Thorndike como una integración del aprendizaje de estructura superficial y el aprendizaje de estructura profunda, y fue poco común debido a que más personas fueron influenciadas solamente por la estructura superficial del aprendizaje, sin acceder a la estructura profunda.

Thorndike compara este fenómeno a un problema de matemáticas, mencionando lo mucho que costaría volver a sembrar un césped y cuánto le costaría barnizar una mesa. Aquí, las estructuras superficiales son diferentes, pero la estructura profunda que constituye los pasos para llegar a una respuesta al problema, sigue siendo la misma. Se establece a través de sus experimentos, que el aprendizaje en el aula no es aplicado a un contexto más amplio por la mayoría de la gente, pues sólo tienen en cuenta la estructura superficial, haciendo caso omiso de la estructura profunda.

Cada vez es más evidente que cualquier herramienta educativa o de aprendizaje, debe abordar la capacidad del individuo para acceder de manera intuitiva la estructura profunda del aprendizaje, con el fin de tener alguna aplicación práctica social efectiva. La premisa de la IF de que se puede activar el cerebro para mejorar el aprendizaje y el comportamiento, podría entonces ser vista como un posible vehículo de la inteligencia, pues incita el acceso intuitivo a las estructuras profundas del aprendizaje, que luego se transfieren a mejores resultados en el aprendizaje, evidenciados en los niños en edad escolar que presentan mejores patrones académicos y de comportamiento social.

  1. Kleibard, H. (2004). Scientific curriculum-making and the rise of social efficiency. InThe Struggle for American Curriculum (pp. 77-105).

 

Autor – Anjalika Wijesurendra