Cuando se habla de las teorías constructivistas del aprendizaje, es importante mencionar a Jean Piaget, el fundador del constructivismo. El constructivismo establece la importancia de la participación activa de los alumnos en la construcción del conocimiento por ellos mismos.

Las teorías del aprendizaje que se desarrollaron a partir del constructivismo, como las de John Dewey, María Montessori y David A. Kolb, sirven como la base de la aplicación de las teorías constructivistas del aprendizaje en el aula. En este sentido, la Inteligencia Fonética se basa en la participación activa del estudiante a través de una auto dirección de la articulación del sonido, combinada con posiciones de las manos sobre la cabeza, para estimular la inteligencia inherente a cada uno, en lugar de una aplicación externa de una técnica o un conjunto de información sobre el estudiante o practicante.

Con los avances en la neurociencia dándose a un ritmo exponencial, la década de 1990 fue designada como la “década del cerebro”.

Fue durante esa época que universidades como Harvard, Johns Hopkins y la Universidad del Sur de California, reconocieron la “neuroeducación” en su plan de estudios. La neuroeducación tiene como objetivo entender el proceso del cerebro en la enseñanza en el salón de clases y la experiencia, y el análisis de los cambios biológicos que tienen lugar en el cerebro a medida que se introduce y absorbe nueva información. También observa las situaciones ambientales, emocionales y sociales que contribuyen a que se retenga y almacene nueva información en el cerebro, a través de la vinculación de las neuronas, en lugar de permitir que las dendritas sean reabsorbidas y la información se pierda.

La medición y el monitoreo de estas actividades cerebrales se realiza por potencial relacionado con cada evento, imágenes de resonancia magnética funcional y magnetoencefalografías (MEG).

La integración y la aplicación a la enseñanza de lo que sabemos sobre el cerebro se fortaleció en el año 2000, cuando la Federación Americana de Maestros declaró: “Es vital que identificamos lo que la ciencia nos dice acerca de cómo las personas aprenden, con el fin de mejorar el plan de estudios.”1

La neuroeducación, por lo tanto, nos permite observar el cerebro mientras aprende, a través de los nuevos y rápidos avances en neuroimagen, lo que ayuda a validar y probar los sistemas de aprendizaje que pueden aumentar la inteligencia y las respuestas positivas del cerebro, como la IF.

  1. Radin, J.P. (Fall 2009). “Brain-Compatible Teaching and Learning: Implications for Teacher Education.”EducHoriz 88 (1).

 

Autor – Anjalika Wijesurendra